PRINCIPIOS Y VALORES

Toda organización se conoce por la cultura que viven a diario sus miembros. Esa cultura es el producto de los modelos que la institución sigue para alcanzar sus objetivos. Por otro lado, esos modelos son la expresión visible de los valores que la organización promueve. Esos valores, a su vez, son el reflejo de los principios que rigen la razón de ser y actuar de esa institución.

Como entidad educativa, el Colegio Cristiano Monterrey tiene principios y valores que marcan el modelo y las acciones de su comunidad, y determinan su cultura. Los principios son aquellas leyes externas que, en última instancia, controlan las consecuencias de nuestras acciones. Los valores, por su parte, son internos y subjetivos, y representan aquello que sentimos con más fuerza y que guía nuestra conducta. Para la Comunidad Educativa Monterrey, los valores están determinados por sus principios, y ambos provienen, inevitablemente, de la Palabra de Dios.

Esta institución se basa en los tres principios establecidos por Jesús en Mateo 22:37-39. El Señor estableció las leyes que deben regir la vida: amar a Dios, amarse a uno mismo y amar al prójimo. El orden importa: no se puede hacer algo por amor al prójimo que implique dejar de amar a Dios. Nadie puede amar al prójimo si no se ama a sí mismo.

Cada uno de estos tres principios debe reflejarse en los valores. El amor a Dios debe manifestarse en la fe y la obediencia. El amor a uno mismo implica integridad, excelencia y disciplina. El amor al prójimo debe manifestarse en la misericordia, el respeto y el servicio.

La misión educativa del Colegio Cristiano Monterrey busca, a través del discipulado, que cada miembro de su familia (alumnos, padres y personal) exprese estos principios y valores en su vida diaria. Este discipulado busca que cada uno sea fiel e idóneo (2 Timoteo 2:2). La fidelidad se refiere al ser, a la misión, a la expresión del fruto del Espíritu. La idoneidad, en cambio, se refiere al hacer, a la tarea, a la práctica correcta de los dones del Espíritu.

Los valores del MCS son un resumen de fidelidad e idoneidad, reflejados en la afirmación "Por amor se es... y se demuestra en...". Por amor a Dios se es alguien de fe, y se demuestra en la obediencia a Dios. Por amor a uno mismo se es honesto, y se demuestra en la excelencia y la disciplina. Por amor al prójimo se es misericordioso, y se demuestra en el respeto y el servicio.

DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS Y VALORES

Amor a Dios

  • Fe

MCS es una institución centrada en Cristo, que declara la existencia y el movimiento de Dios entre los hombres. Por lo tanto, la fe es el valor central, no sólo para la salvación, sino para todas las áreas del quehacer humano. Por esta razón, MCS da especial énfasis a la oración y al culto como forma de vida.

  • Obediencia

Jesús dijo: "Si me amáis, guardad mis mandamientos" (Juan 14:15). La obediencia a Dios se traduce en una experiencia de santidad; ésta trae bendición y plenitud de vida. El SCV tiene como eje central la enseñanza y la práctica vivencial de la Biblia, que establece con claridad las normas divinas que hay que obedecer para vivir en santidad.

Amor a uno mismo

  • Integridad

El ser humano es uno y, por tanto, sus acciones públicas y privadas deben ser una misma cosa. La integridad habla de transparencia, honestidad, sinceridad. Es una vida en la que debe haber asertividad y congruencia entre el decir y el hacer.

  • Excelencia

Dios es un Dios de excelencia. La excelencia exige hacer las cosas con dedicación, perseverancia y diligencia, cuidando cada detalle. Es la renuncia no sólo a lo malo, sino a lo mediocre. Es optar siempre no sólo por lo bueno, sino por lo mejor. Es mostrar esa excelencia en lo académico, en lo laboral y en lo personal, para ser el más alto ejemplo en todo.

  • Disciplina

La disciplina, como valor, no surge de fuentes o exigencias externas. Es un valor intrínseco de quien se valora a sí mismo. Implica responsabilidad, orden, autocontrol y esfuerzo, mostrando una sana administración de lo que se ha recibido de Dios.

Amor por el VECINO

  • Mercy

La misericordia es la expresión práctica del amor de Dios. Es mostrar ese amor en acciones concretas hacia cada persona, independientemente de su condición social, etnia, sexo o credo. Refleja sensibilidad, inclusión y solidaridad.

  • Respetar

Es establecer relaciones sanas sobre una base de comprensión, aceptación y compañerismo, incluso cuando éstas difieren de las propias convicciones. El respeto implica comprender que el otro es tan valioso como uno mismo. Implica empatía, aceptación y consideración.

  • Servicio

Jesús vino a servir, no a ser servido. La experiencia cristiana no tiene sentido si no se expresa en el servicio al prójimo. El servicio no puede reducirse a simples actos concretos o aislados. Es una actitud permanente, un estilo de vida en el que, activamente, se buscan oportunidades para sacrificarse por el bienestar de los demás, mostrando bondad y altruismo.

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