manifiesto monterrey

En el nombre del Señor Jesucristo, Hijo de Dios y Redentor del mundo, el Monterrey manifiesta por convicción, por mandato de Dios, y con la intervención del Espíritu Santo, lo siguiente: 

Esta institución forma parte del pueblo del Señor, Su asamblea, Su iglesia. 

Quienes conformamos ese pueblo tenemos el preciado honor de representar a Dios en la tierra y de dar a conocer Su plan perfecto para la humanidad. 

Todos los que hemos aceptado que Jesús dirija nuestra vida hemos sido hechos hijos e hijas de Dios. 

Su Palabra, la Biblia, constituye el fundamento de nuestra fe y nuestro actuar. 

Los seres humanos estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, y estamos invitados a ser parte de Su perfecta voluntad al recibir a Jesús en nuestro corazón y guardar y seguir Sus enseñanzas, Sus principios y Sus ordenanzas. 

Convocamos a los miembros de esta comunidad educativa a honrar, alabar y glorificar Su nombre en la formación de las nuevas generaciones. 

Todas las personas somos hechas por voluntad de Dios, con Su esencia en nuestra vida, y depende de nosotros, seguirlo u oponernos a Su voluntad. En nuestro caso, Él es el Señor de la obra educativa del Colegio Monterrey, y todos los que pertenecemos a esta comunidad estamos llamados a seguirlo. 

Honramos y alabamos a Dios con toda nuestra razón de ser institucional, con nuestra visión ministerial de levantar y fortalecer una comunidad de transformación, con nuestros actos cotidianos, y con nuestro trabajo en todas las áreas educativas y administrativas. 

Aceptamos y confiamos en Su voluntad y en Su autoridad sobre nuestra vida. Conocemos y trabajamos dentro de la voluntad del Señor y para hacer Su voluntad. 

Dios es amor, por lo que para el Colegio Monterrey seguirlo es tener un testimonio permanente de servicio, de vivencias del evangelio y de una conducta que sea coherente y sincronizada con sus valores y principios. 

Nuestra posición como cristianos, hijos e hijas de Dios, no es negociable ante los embates y agresiones de los enemigos del evangelio, que buscan callar nuestra voz y destruir la obra de Dios. 

Hacemos un llamado a volver los ojos hacia Dios buscando alinear nuestra vida y testimonio personal y colectivo a la voluntad de Dios.

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